martes, julio 14, 2009

El Teatro del Misterio de Sandman: Los callejones de la Edad de Oro (III)

Junto a la minuciosa recreación de una época y una sociedad concretas, el otro gran acierto de la serie es el estudio de personajes, desarrollado en torno a cuatro protagonistas centrales y sostenido por un buen número de secundarios no menos interesantes. Centrémonos en los protagonistas. Wesley Dodds, acaudalado hombre de negocios con una historia familiar tormentosa -padre ausente, hermano díscolo, sin poder arraigar en ningún lugar debido a los frecuentes cambios de domicilio- es un tipo de complexión normal, de maneras tímidas y extremadamente corteses, con una cultura y una sensibilidad excepcionales. La existencia acomodada y anodina del caballero neoyorquino se ve atormentada por las pesadillas que le niegan el descanso y le muestran los horrores que se esconden en el podrido corazón de la Gran Manzana. Ningún círculo social o grupo étnico está por encima de la envidia, la lujuria o la ira que impulsan prácticamente todos los crímenes. El propósito de los sueños parece doble, por un lado ofrecer pistas simbólicas sobre los mismos y por otro impulsar a Dodds a que haga algo al respecto. Wesley Dodds, más que actuar impulsado por un genuino amor por la ley y el orden y la defensa del status quo, lucha contra el crimen para aplacar sus demonios internos, empleando para ello el anonimato que le proporciona la máscara de gas de su padre y la pistola inventada por él que fuerza a aquellos que respiran sus gases a decir la verdad y confesar sus crímenes. Cada psicópata, atracador o violador detenido supone un momentáneo bálsamo para el vigilante, que recibe como premio una noche de sueño reparador sin pesadillas.


Dian Belmont es el otro gran personaje que domina toda la serie: la hija del fiscal del distrito, huérfana de madre, perspicaz, inteligente, divertida, decidida. Aunque conoce a Wesley Dodds y queda impresionada por la cultura y los modales de aquel, no será la suya una relación al uso. Sus continuos intentos de acercarse a la tímida personalidad de Dodds les llevarán a una relación de igual a igual en la que las opiniones y acciones de ambos, en un tira y afloja digno de las mejores comedias de Hawks o Cukor, irán determinando el cada vez mayor grado de implicación física y mental entre los dos. Además, se nos muestra a una Dian luchadora por los derechos de la mujer en el trabajo, defensora de tomar sus propias decisiones por terrible que sea el coste y, consciente de las graves carencias y desigualdades existentes en su ciudad, voluntaria en más de una actividad social que palie esa situación, desde galas benéficas para recoger fondos hasta ayudar en orfanatos y albergues para vagabundos. Su inteligencia y sagacidad resultarán vitales para muchas de las investigaciones de Sandman, llegando al extremo de que en el tramo final de la serie será Dian Belmont la primera Sandy, momentáneo sidequick en una hilarante y rocambolesca secuencia. Por ciertos eventos narrados en la colección de Starman se conoce el destino de la pareja, que acabaría viviendo una larga vida en comunión a lo largo de cinco décadas, en las cuales Belmont desarrollaría una fructífera carrera como novelista. Una sólida relación cimentada en sueños y arena que podemos ver crecer y hacerse más fuerte con cada adversidad en cada número de la serie.


El tercer personaje destacado de la serie es el teniente Anthony Burke, un duro policía investigador de la ciudad con más crímenes del mundo que ha dedicado toda su vida a la defensa de la ley y que ha dejado escapar las pocas ocasiones que se le han presentado de mantener una relación sentimental. Entregado a su trabajo de una forma visceral y con más pelotas que cerebro, aunque con un envidiable olfato de sabueso viejo, Burke no soporta que haya un vigilante actuando en su ciudad y deteniendo a sus criminales. De hecho, en una relación marcada por la estricta necesidad de compartir recursos en aras de un fin común, Burke y Sandman pueden pasar de ser colaboradores necesarios a enemigos mortales a respetuosos contrincantes atendiendo a las siempre difíciles decisiones que cada caso les obliga a tomar. Odioso en ocasiones, temible para el Hampa y para sus subordinados, admirado por otros, Burke es un gran personaje de novela policíaca que sabe coger los trenes que le corresponden y que protagoniza uno de esos momentos DC que tanto me gustan en su despedida de la serie.


Por último, pero no menos importante, resulta la presencia discreta y siempre atenta de Leslie Humphries, el mayordomo de la familia Dodds que ha acompañado a Wesley desde su juventud y permanece atento a sus necesidades materiales tanto como a las arriesgadas tareas que conlleva la lucha contra el crimen. Chófer, enfermero y confidente Humphries es el Alfred de Wesley, aunque mantiene una distancia mucho más profesional acorde a la época y a la educación recibida, que en muy pocas ocasiones se permitirá dejar de lado. No resulta extraño que el antepenúltimo arco argumental, La ciudad, se centre en ellos cuatro y se tome el tiempo necesario para terminar de definirlos y encarrilar el final de sus historias personales. Pero no podemos olvidar los demás personajes de la serie, como el abnegado padre de Dian, Larry Belmont, el juez Schaeffer (que ofrecerá interesantes reflexiones sobre las leyes de la época y concienciará a Dodds de lo delicado de la situación en Europa), o el forense Hubert Klein, un tipo especialmente eficiente y sensible a colaborar con Sandman casi desde el primer momento. Un tapiz rico y variado en el que los tipos criminales resultarán verdaderamente sorprendentes, por lo que dejo a la curiosidad futura del lector el descubrir al criminal y a su circunstancia en cada uno de los arcos y casos de Sandman.


Me queda, antes de enumerar todas las ediciones de la serie en España, señalar que la serie, aunque autocontenida dentro de cada arco y en sí misma, y centrada en desarrollar de forma retroactiva las vidas personales de Dodds y Belmont y la carrera como vigilante de Sandman, cuenta con sólidos anclajes no sólo con el Universo DC sino con la propia continuidad establecida con el personaje. Así, se hace encaje de bolillos para que Morfeo y Dodds estén relacionados, y que las andanzas del segundo se relacionen con los héreos que durante la II Guerra Mundial formarían la Sociedad de la Justicia. Además, junto a los ya citados Hourman y Blackhawk aparece el Vengador Escarlata (protagonista junto a Hourman, Wesley y Dian de esa escena surrealista antes avanzada que supone el tránsito de la era de los vigilantes pulp a la de los héroes de pijama), y Ted Knight, el Starman de la Golden Age. Wagner y Seagle, junto con Robinson, ayudaron en aquellos años con su recuperación de la Golden Age a reforzar aún más si cabe los conceptos de legado y respeto por un pasado lleno de buenos conceptos capaz de ofrecer historias interesantes para el público de hoy día.


Sandman Mistery Theatre ha contado con una edición española verdaderamente azarosa, pasando por tres editoriales y dilatándose quince años en el tiempo. Ediciones Zinco publicó en forma de tomo prestigio el annual de la colección, como forma de dar a conocer al personaje y atraer al lector español, algo que la desaparición de la editorial truncaría desgraciadamente. Años después Norma Editorial publicaría siete tomos dedicados al personaje, con los tres primeros arcos argumentales (La tarántula, La cara, La bestia) y el especial Sandman Midnight Theatre, que aprovechaba el tirón comercial de contar con Gaiman como guionista aunque la historia se situara cronológicamente mucho después. En los últimos tres años Planeta ha publicado la colección íntegra junto con los dos especiales, recopilando salvo excepciones cada arco en un tomo unitario. Cuando la editoria la caga, la caga a lo grande, pero cuando ofrece al público español una serie minoritaria como esta en una edición bastante respetuosa con la original y la mantiene aun cuando las ventas no sean espectaculares es algo que merece cuando menos, el sentido agradecimiento de un servidor.


Termino este artículo con las palabras de Wesley Dodds mientras vuela a Europa, junto a Dian, para hacer frente en la medida de sus posibilidades a la lucha por la libertad y la vida que se estaba llevando a cabo en el viejo continente: Mientras dejamos la ciudad atrás, siento cómo cae un peso de mi subconsciente. De algún modo sé que todos los problemas de la ciudad serán resueltos por los héroes que quedan en mi lugar... igual que sé que un nuevo mundo de pesadillas nos espera en alguna parte atravesando esos peligrosos cielos. Pero con esas visiones oscuras llega también un nuevo mundo de sueños. Y nos toca a Dian y a mi convertir esos sueños en realidades. Pues ante la adversidad, el triunfo de la voluntad está por encima del impulso de rendirse... y esa es la respuesta al mayor misterio de la vida.



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