miércoles, febrero 28, 2007

Adam Strange: El mejor de dos mundos (II)

La primera revisión significativa del personaje que conozco y que pude leer llegó de la mano del mago británico barbudo favorito de los aficionados. Así, en los números 57 y 58 (febrero y marzo de 1987) de Swamp Thing (números 6 y 7 del volumen 4 de La Cosa del Pantano de Ediciones Zinco), y dentro de la famosa saga del exilio espacial, Swampy se corporeizaba en Rann y conocía a la familia al completo. En esa saga Alan Moore aprovechó para dar un giro de 180º al entorno del personaje, presentando Rann como un lugar estéril y amenazado por sistemas vecinos. Además ofrecía una composición más compleja de Adam, a medio camino entre los aspectos épicos y patéticos del personaje: un hombre que no puede formar un hogar en ninguno de los dos mundos y que debe velar por un pueblo que hace escarnio de su figura mientras el que considera su amigo le manipula en función de los intereses de estado. Sólo el amor incondicional de Alanna le impulsa a seguir luchando. Por cierto, que en esos números también se nos presenta la secular enemistad entre Rann y Thanagar y… ¿Alguien dijo Crisis Infinita?


Tres años después, en 1990, llegaría Adam Strange, miniserie prestigio de tres números escrita por Richard Brunning y dibujada al alimón por los hermanos Adam y Andy kubert, con un estilo muy influido por el de su padre. La historia continúa explorando el Rann reescrito por Moore, con un Sardath absorto en sus investigaciones e incapaz de ver el descontento social creciente entre su pueblo ante la injerencia de lo que ellos consideran un alienígena. Alanna espera un hijo de Adam, el primero en décadas. Por su parte, atrapado en la tierra a Strange le plantea Sardath la posibilidad de emplear un Rayo Zeta mejorado que le permitiría permanecer en Rann indefinidamente junto a su familia. Al hacerlo, el viaje le trastorna y provoca una crisis de destrucción en Rann, malhiriendo a Sardath en el proceson de los intereses de estado amigo le manipula en funci. Enajenado y perseguido, Adam Strange llega hasta el vergel que La Cosa del Pantano creara en el planeta como regalo para los rannianos. Allí la esterilidad reinante en el resto del planeta no existe. Mientras cada vez se le hace más evidente que el motivo de que Sardath le eligiera no fue el de convertirse en campeón, sino su compatibilidad con Alanna, Adam debe afrontar la revuelta social que asola Rann y le culpa a él de todos sus males y la amenaza de una invasión de una flota enemiga. Al finalizar la miniserie Adam se queda definitivamente en el planeta aun cuando su situación diste mucho de la idílica estampa familiar que él había añorado durante años. Me descolocó mucho el final de la historia cuando lo leí hace una década, y aunque con mirada esperanzadora hacia el futuro, la tristeza y la melancolía se apoderaban de nuestro héroe.

Afortunadamente, llegaría Mark Waid para salvar los muebles y retroactivamente devolver la leyenda de Adam Strange a toda su grandeza en una historia cósmica y épica desarrollada a modo de fill-in de dos números en la colección de la JLA. Morrison y Porter necesitaron un descanso tras la colosal –y no menos épica- Roca de la Eternidad, y los encargados de cubrir el hueco en los números 20 y 21 (julio-agosto del 98) fueron el citado Waid y el dibujante Arnie Jorgensen. La Liga de la Justicia se ve transportada a Rann por un Rayo Zeta, donde un Adam Strange desencajado y enloquecido les aprisiona y les obliga a trabajar en unas obras faraónicas que preparan el advenimiento de una raza alienígena. Misteriosamente el Detective Marciano apoya a Strange en lo que sus compañeros aprecian como una traición. Afortunadamente todo tendrá una explicación lógica y plausible, y nuestros héroes deberán afrontar la amenaza empleando todos sus recursos y habilidades.



Waid, bendito Waid, se las arregla para reestablecer dentro de la continuidad el statu quo clásico del personaje mediante una historia espectacular y con algunos momentos inolvidables para el que suscribe -como el rescate de un Superman forzándose al límite o el reencuentro fugaz de los Strange-. Finalmente Adam es zeta-transportado una vez a la tierra, al haber eliminado de su cuerpo la energía Mega Zeta, a la espera del siguiente rayo que le devolverá a su hogar. Es la página final –además de dicho reencuentro, que aún hoy me pone la carne de gallina- la que me deja con un nudo en el estómago, donde Jonn y Adam miran a las estrellas en silencio compartiendo el dolor de la perdida y la sensación de darlo todo por un mundo que, en el fondo, no es el suyo.



Dado el esfuerzo que ha hecho Planeta este mes editando la miniserie de 1990 al tiempo que la del 2006, no habría estado mal recuperar esos dos números de la JLA, editados por Norma hace ya unos años (y por VID unos cuantos más), ya que sin ellos la situación del personaje da un salto mortal sin solución de continuidad.

Y ya sólo resta por reseñar las últimas andanzas del personaje previas a 52 –donde lo está pasando francamente mal, pero sigue al pie del cañón-, así que en breve, Planet Heist y Rann/Thannagar War.

2 comentarios:

milo dijo...

No, si yo no soy de DC, pero historias autoconclusivas como la de Ferry me gustan y mucho.
¿A que adivino con que sketch finaliza la semana?

Plissken dijo...

Jejeje, me pilló usted, y encima vendrán a pares los sketchs ;)

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