"En Francia soy un autor, en Alemania un cineasta, en Gran Bretaña
un director de género, y en los USA, otro tío más..."

EL HOMBRE

a) Cineasta cuidadoso, no duda en desempeñar las facetas de guionista, montador, músico o productor de sus películas. Si a eso sumamos un grupo de actores (Kurt Russell, Donald Pleasence, Charles Ciphers, Nancy Loomis, Peter Jason, Jamie Lee Curtis) que no han dudado en trabajar varias veces con él, y un equipo técnico más o menos estable (la productora Debra Hill, el músico Alan Howarth, el director de fotografía Dean Cundey), entendemos el grado de control que el cineasta ha intentado ejercer sobre su obra, dotándola de una acentuada personalidad que para unos (volviendo a la cita del comienzo) deriva en autoría, para otros en eficacia, o en mera funcionalidad para sus detractores.
b) El amor por el cine clásico y la narración tradicional, que plasma en todas sus películas. Nada de artificiales estructuras temporales complejas (salvo, curiosamente, en su último film, contado en flashbacks sucesivos y yuxtaponiendo el punto de vista de los diferentes personajes), o atropellamiento de planos para deslumbrar/epatar al espectador. Compone los planos en scope, aprovechando todo el ancho que le permite la pantalla, y sus movimientos de cámara suelen ser suaves (esos travellings marca de la casa...), centrados siempre en la acción, situada en un escenario físico bien definido. Podría decirse que prima sobre lo narrado la narración en sí misma y la claridad prístina de esta última.
d) Escasa caracterización de los personajes, definida por sus acciones y modo de actuar. Proliferan los tipos "duros" o antihéroes (de los que Kurt Russell en sus diversas encarnaciones de Plissken, McCready o Jake Burton sería el ejemplo perfecto), con cualidades poco edificantes pero más próximas a la realidad que la mayoría de los plastificados protagonistas del cine más actual.
e) La amarga visión de la realidad que el cineasta posee, más cercana al desencanto que a cualquier otra consideración, se plasma en un profundo cinismo de sus personajes, actitudes nihilistas, situaciones que ofrecen poca o casi ninguna esperanza. A bote pronto, sólo cuatro films de Carpenter ofrecen finales eminentemente "positivos": Christine, Starman, Memorias de un hombre invisible y El pueblo de los malditos. Curiosamente las tres primeras pertenecen a su etapa más descafeinada, al abrigo de los grandes estudios.

Su primera película se rueda a trompicones, retomándose cada vez que se ahorra lo suficiente para continuar la producción. Dark Star (1974), es un debut prometedor, que apunta buenas maneras y donde Carpenter ya asume varias tareas -dirección, producción, guión y música-. La acción se centra en una nave espacial donde cuatro abúlicos astronautas se dedican a destruir planetoides, a discutir de filosofía con bombas inteligentes, a lidiar con alienígenas calabaciles y a soportar las ocurrencias del ordenador de a bordo.
Asalto a la comisaría del distrito 13: Asedios, pandilleros y violencia urbana

La noche de Halloween: La fría hoja del cuchillo
[Actualización: Esta película finalmente no se llevó a cabo, pero sí un remake dirigido por Rob Zombie que se estrenará en breve en nuestras pantallas y que en los EEUU fue número uno de recaudación el fin de semana de su estreno, habiendo dejado un agradable sabor de boca a crítica y público. En un mes podremos comprobar si Rob mantiene el nivel de sus anteriores incursiones fílmicas o si simplemente ha hecho la película a modo de homenaje a uno de sus mitos cinematográficos.]

La Niebla: Los fantasmas del pasado acechan Antonio Bay

[Actualización: Dicho remake fue una blanda y típica producción con adolescentes salvando el día que ni siquiera sabe aprovechar los elementos más sugerentes del relato original para caer en el susto fácil y en los falsos finales tan habituales en el reciente cine de terror. No hay lugar para Carpenter bajo el sol del actual Hollywood, como parece demostrar la actualización de su siguiente film.]
Rescate en Nueva York: Cuando las cosas se ponen duras llamas al más duro
A continuación llega 1997: Rescate en Nueva York (1981), primera aparición del rudo y parco en palabras 'Snake' Plissken, ex-militar reciclado en criminal y obligado a introducirse contra su voluntad en la isla de Manhattan -reconvertida en prisión- para res catar al presidente de los USA. Homenajes al "spaghetti western" y más concretamente a Sergio Leone, en la creación de tipos y situaciones, para una película tensa, eléctrica, cínica, con un final amargo (tras un clímax brutal y embrutecido sobre el puente de Brooklyn, donde la lucha por la supervivencia saca lo mejor y lo peor de los seres humanos) que eleva la cinta a la categoría de alegoría crítico-política contra los sistemas autoritarios y deshumanizados. Ejemplo de nihilism o, el parche y la barba de tres días convirtieron a una estrella juvenil de la Disney, Kurt Russell, en uno de los antihéroes de actitud más adusta y recia que han pasado por la pantalla. Poca esperanza queda tras el gesto final de Snake...

vez sobre los males que nos corrompen de forma silenciosa, imparable y sin piedad: el cáncer, el sida, los males del fin de siglo. Incluso, cuando durante el impresionante clímax (subrayado por la música de Morricone excepcionalmente) los supervivientes deciden asumir con entereza su destino y hacer "lo que tienen que hacer", Carpenter filma con cierta épica desesperada sus acciones, retratando el sacrificio heroico de unos personajes tan hawksianos como Carpenterianos, afines a la filmografía de ambos directores. El descorazonador final del film, valiente por su ambigüedad, su nihilismo último, no impidió que este film obtuviera una buena acogida por parte del público, en el mismo año en que se estrenó un film antitético -aunque de igual calidad cinematográfica, añadiría yo- como fue E.T. (El extraterrestre). La crítica fue muy severa con el film, sobre todo por la comparación con el clásico de Nyby y por el despliegue de efectos especiales, sobrecogedores, realistas (aunque por su exceso, rozando los delirios visuales del surrealismo). En su momento se ignoró, o se quiso ignorar, que acaso los momentos más tensos del film no presentaron ningún efecto especial en la pantalla. Ahora mismo recuerdo dos de ellos: el acceso de locura del científico Blair (Brimley), o la escena de la prueba de sangre, prodigio de narración contenida que mantiene en vilo al espectador, atemorizándolo antes de golpearle visualmente con los FX excepcionales (y aún vigentes en estos tiempos de efectos por ordenador) del Sr. Bottin. Durante años se especuló con la posibilidad de una secuela, pero hasta ahora las únicas continuaciones han venido en forma de comic (Dark Horse ha editado tres miniseries) y de videojuego (donde aparecen personajes de la película).[Para los fans de la peli recomiendo este frikisitio: http://www.outpost31.com/. Están planeando un viaje al set de rodaje en Canadá. ¡¡Me apunto!!]

Starman: Romance desde más allá de las estrellas
En el 84 nos llega Starman, protagonizada por Jeff Bridges, Karen Allen y Charles Martin Smith. Un extraterrestre se "encarna" en el marido muerto de la Allen, y juntos emprenden una huida desesperada de las fuerzas del gobierno que intentan apoderarse del alieníg
ena antes de que este llegue al punto de encuentro con su nave nodriza. Film amable, no exento de ciertos momentos de gran lirismo (la resurrección del ciervo, el encuentro romántico en el vagón de tren) subrayados por una emotiva banda sonora de Jack Nietzche. El espectacular despliegue de efectos visuales de la ILM, marca de la casa no logró que el film tuviera el éxito que a lo mejor merecía. Poco más decir de esta película de mensaje positivo, expresado por el protagonista en el que acaso sea el mejor momento del film: "Lo que más me sorprende de los humanos es que sacáis lo mejor de vosotros mismos cuando peor están las cosas". La labor de Carpenter se redujo a la dirección, y quizá por ello este sea su producto más impersonal. Dos años después se produjo una serie de televisión con el mismo título. Protagonizada por Robert Hays, Starman (la serie) se centraba en la vuelta del extraterrestre para conocer a su hijo y a la huida que ambos debían emprender de una malvada agencia gubernamental. El relativo fracaso económico de la cinta tal vez hiciera replantearse al director el rumbo de su carrera y decidió jugarse el todo por el todo en su siguiente película, las extravagantes aventuras del camionero Jack Burton.Gran Lío en la Pequeña China: Harold Lloyd contra Fu-Manchú
rompe-taquillas como Christine o Starman lograron mediocres resultados en taquilla. El contar con un mayor presupuesto y estrellas a su servicio, aún a costa de perder parte de la personalidad autoral de Carpenter como director, no redundó en un mayor acercamiento hacia el público mayoritario. Haciendo equilibrios sobre la cuerda floja del sistema de producción de los grandes estudios, el amigo John decidió echar toda la carne en el asador, y así en 1986, Carpenter se regala -nos regala- una deliciosa excentricidad, una serie B homenaje al cine Z de magia y artes marciales realizado en Hong Kong, Golpe en la Pequeña China -dirección, música-.
a como de los pulps clásicos de Sax Rohmer protagonizados por el malvado Fú Manchú.
Ya al margen de los grandes estudios Carpenter decide volver a la serie B donde obtuvo sus mejores resultados con la productora Alive Films (ya toda una declaración de intenciones) y firma tan sólo con la major Universal la distribución de sus películas, que vuelven a adquirir un tono cínico, pesimista, nihilista en ocasiones y donde los finales felices volverán a ser la excepción y no la regla.
El príncipe de las tinieblas (1987) -dirección, guión, música-, marca el regreso triunfal del tío John al cine de terror, aunque el referente en este caso sea el terror italiano de los 70 y 80, lo que se plasma en ambientes sucios, casi pútridos, situaciones cercanas a lo grotesco (esa conversión del hombre en masa de insectos, el empalamiento con la bicicleta).El argumento está bien de partida, ofreciendo suficientes momentos de tensión, sustos y puro terror, aunque en algunos momentos los personajes hablan demasiado y puede parecer que dicen demasiadas tont
erías seudo-científico-filosóficas: un grupo de estudiantes acompañados de varios profesores y un sacerdote van a una vieja iglesia a investigar un extraño contenedor cilíndrico escondido durante siglos por una orden ancestral, que contiene un liquido verde que acabará resultando ser... el líquido seminal del Demonio, que engendrará al Anticristo. Asediados desde el exterior por unos sin hogar poseídos, y desde el interior por sus propios compañeros muertos-resucitados-por-el-líquido, avisados desde el futuro por extrañas visiones oníricas, los estudiantes deberán evitar la llegada del Príncipe de las Tinieblas a nuestro mundo.Llama la atención el diseño de producción, que busca la suciedad, la putridez, para enmarcar un relato que, prescindiendo de alardes verbales, consigue en su parte final generar un ambiente opresivo, tenso, incómodo para el espectador y plenamente eficaz a la hora de asustar o incomodar en sucesivos visionados.
Ellos viven: Denuncia política, rebeldía y extraterrestres
Están vivos (1988) -dirección, guión, música-, es una eficaz alegoría sociopolítica
que critica despiadadamente los EE.UU. de Reagan y su devastadora polçitica socioeconómica (reagonomic).La patada en el culo al sistema es sencilla y está enunciada con claridad. Las elites yanquis ocupan su posición gracias a su obediencia a un grupo de infiltrados que copan los puestos de poder y responsabilidad, en realidad alienígenas a los que solo se puede ver mediante unas gafas especiales que un obrero en paro roba de "la resistencia" escondida en un campamente de desempleados y homeless. A partir de ahí, tiros, persecuciones, mucha mala baba contra el capitalismo salvaje, el consumismo y la publicidad; todo oculta mensajes subliminales visibles con las dichosas gafas, desde los billetes hasta los anuncios de las vallas o la televisión. Una muy buena premisa de partida –basada en el relato corto de Ray Nelson A las 8 en punto de la mañana- quizá no contada con la suficiente garra. Que el protagonista, Roddy Piper, fuera luchador de lucha libre quizá contribuyera también a que el film resultara algo fallido, aunque no podemos negarle garra y tensión a escenas como la del asalto final a la emisora o el descubrimiento de las gafas como instrumento para vislumbrar la realidad más allá de la ilusión.

La pelea entre Pipper y Keith David, 20 segundos en el plan de rodaje, fue escenificada de forma tan realista por los actores –que sólo fingieron los golpes en la cara- que Carpenter decidió dejar los cinco minutazos que pudimos ver todos y que se hacen eternos. Para el friki-recuerdo la frase de Roddy Pipper cuando entra a atracar el banco: “He venido a mascar chicle y patear culos... ¡y se me ha terminado el chicle!” Una película de estas características se queda en una tierra de nadie absoluta, ya que no satisface ni al gran público, ávido de espectáculos más vistosos y mensajes rimbombantes aunque vacuos, ni a la crítica especializada, que prefiere -o suele hacerlo, no generalicemos- pretenciosidad, intimismo y complejidad manierista en este tipo de mensajes de denuncia. Una pena.
Memorias de un hombre invisible: Si este es Chevy Chase esta no puede ser otra peli de Carpenter.... ¿verdad?
El siguiente proyecto tras Están Vivos tardó en llegar 4 años, ya que Carpenter estuvo implicado en proyectos que no llegaron a cuajar, como sendos remakes de La momia o El monstruo de la Laguna Negra. En principio resulta terrorífico, la adaptación del best-seller de moda Memorias de un hombre invisible (1992) con ¡Chevy Chase! de protagonista. Afortunadamente para todos , resulta una comedia amable pero impersonal al tratarse de un encargo, con toques de acción y romanticismo, a cargo de Sam Neill y Daryl Hannah (respectivamente, faltaría más).

Un soso agente de bolsa conoce a una bella mujer, sufre un accidente que le deja invisible, enamora a la chica, huye de los agentes gubernamentales que quieren el secreto de la invisibilidad y se hace rico invirtiendo en bolsa. Divertida, con un reparto eficaz, efectos de la ILM muy espectaculares la película consigue entretener sin esfuerzo. Para el recuerdo el paseo de Chase invisible bajo la lluvia, con las gotas formando constelaciones efímeras allá por donde pasa (y que a la vez que asombra, refleja el estado interior del personaje, para que luego hablen de lo vacuos que resultan los efectos especiales), o los divertidos toques de comedia, como el paseo en taxi... La mala baba asoma en leves apuntes antigubernamentales, criticando los métodos de los agentes que persiguen a Nick Halloway, un hombre "que ya era invisible
antes de ser invisible", auqnue Carpenter filma sin implicarse demasiado en el asunto. No busquen cinismo, nihilismo ni otros ismos ajenos al capitalismo defendido a ultranza por este broker egocéntrico que se conoce al dedillo el sistema de especulación bursatil y resolverá parte de sus problemas a base de especular. Por increíble que parezca, Chevy Chase actuó de modo contenido y funcional, evitando sus festivales de muecas habituales heredados por el Jim Carrey más desmadrado. Aún así no pudo evitar la tentación de aparecer disfrazado un par de veces, como si de Fletch, el camaleón se tratara. Su peor film aún resulta con todo, un divertimento digno y entretenido. Para los que nos temimos lo peor, fueron tres años de espera los que nos separaban de dos obras mayores de un realizador que, como el buen vino, mejora con los años. Locos y malditos, próximamente.En la boca del miedo: de la industria editorial y los seres primordiales

Nuestro hombre vuelve al cine de terror, y ¡vaya regreso! En la boca del miedo es una excelente cinta que nos cuenta las andanzas del investigador de seguros encarnado por Sam Neill, cuyo cometido será encontrar a un escritor de best sellers terroríficos cuya obra está causando olas de
locura y alucinaciones entre sus lectores y que se halla desaparecido. Conforme se adentra Neill en los abismos de la obra de Sutter Cane (Jürgen Prochnow) las alucinaciones y la paranoia se van apoderando de él. Un mapa dibujado en la geografía imaginaria que adorna las portadas de los libros de Cane le permitirá llegar a Hobb’s End, terrorífico lugar en medio de una Nueva Inglaterra soñada, donde Sutter Cane ultima su próxima novela en una iglesia de aspecto gótico y tenebroso, novela con la que abrirá la puerta de este mundo a seres de un pasado abisal y remoto escapados de la obra de Lovecraft.Película con varios niveles, consigue generar auténtico desasosiego con imágenes inolvidables (la carretera con el niño/anciano en bicicleta, atrapado en un bucle infinito que se ve obligado a repetir una y otra vez [niño que, nota para frikis, creo que está encarnado por Haydn Christensen;], la iglesia maldita, los niños demonio y la terrorífica frase "¿Quieres jugar conmigo?", los seres primigenios surgiendo del abismo, los
ojos que lloran sangre ante la terrorífica lectura de la obra maestra definitiva de Cane...). Al margen de la ambientación terrorífica y de los sustos magistrales se plantean otras cuestiones, como la delgada línea que separa lo real y lo imaginario, la cordura de la locura; la capacidad creadora del genio literario, demiurgo auténtico de universos de pesadilla y creador de una metaficción compleja en la que no se distingue con claridad "quién escribe a quién"; la mercantilización de la literatura, que no se detiene ante nada con tal de vender su producto.Una magnífica interpretación, un diseño de producción excelente y unos maquillajes absolutamente repelentes y grotescos confirman que no hay nadie como John Carpenter para hacernos pasar miedo. Si no lo creen, véanla solos, de noche, y luego díganme si vuelven a ver a los policías de proximidad, las ancianitas adorables o a los escritores de novelas de terror de la misma forma. Como dice la frase promocional del film: "¿Habéis vivido alguna buena película de terror últimamente?" Probad esta.
El pueblo de los malditos: La semilla alienígena produce frutos amargos
de acción.
A partir de ahí la acción del film se desarrolla por oposición entre el médico del pueblo, un buenazo con cara de Superman (Cristopher Reeve, claro, en su çultima apariciçon fílmica antes de su lamentable accidente) y la científica que investiga el caso (una Kirstie Alley totalmente alejada de sus habituales papeles cómicos), y por las reacciones de ambos ante las "criaturitas" albinas, superinteligentes y carentes de paciencia o sentido del humor que deambulan siempre en grupo por el pueblo y que resisten cualquier intento de erradicación por violento que este sea. El clímax del film, idéntico casi plano a plano al original, rompe la habitual amargura Carpenteriana con un apunte de esperanza... Tal vez el nihilista se nos estuviera volviendo humanista.
por una niña, mientras que en la cita de Rilla era un niño el que manejaba el cotarro), fríos y maquinales, que parecen sacados directamente del film del 60 con su pelo demodé, el escalofriante efecto de virado a negativo cuando aquellos hacen uso de sus poderes telepáticos, o las tres secuencias que se desarrollan en el granero: el fantasmagórico parto nocturno de todas las mujeres encintas, el violento asalto de la policía que finaliza con un baño de sangre y la resolución del film, con un Superm..., perdón, Cristopher Reeve inmenso tomando la iniciativa que la humanidad parecía haber perdido hasta ese momento. Una magnífica película que no llegó ni a estrenarse en muchas salas de cine en defecto de horrores mil que seguro recaudarían cien veces más y que hubo que recuperar a través de su edición en video. Uno se llega a plantear una cuestión ciertamente preocupante, si los remakes filmados por Carpenter ofrecen unos resultados como este, ¿cómo puede ser que los remakes de sus films vayan de lo correcto a lo miserable pasando por lo nefasto?2013: Rescate en Los Angeles: Cuanto más cambian las cosas más siguen igual

Golino, ¡qué ojazos!), revolucionarios en plan Castro con boina, puro y ¡boleadoras! (George Corraface) y antiguos camaradas (Pam Grier, siendo Carpenter el auténtico recuperador de esta actriz famosa en los 70 por sus films "blaxsploitation", aunque el mérito se lo llevara un año más tarde Tarantino por Jackie Brown). Entre los muchos cameos que ofrece la película destacan Bruce Campbell como el cirujano deforme, Isaac Hayes (el Duque de 1997...), o varios de los actores orientales de Golpe en la pequeña China.El film es frenético en el ritmo y la acción presentadas, lujoso en apariencia por una holgada producción aunque finalmente los efectos especiales huyen de lo digital, y ofrecen un catálogo de tradicionales montajes con maquetas, transparencias à la Hitchcok, y explosiones dignas de cualquier peli postapocalíptica italiana. Sí se emplearon retoques digitales en los disparos de las armas de fuego, para evitar quejas por el festival de tiroteos que el clímax presentaba por parte de localidades circundantes al set de rodaje. Carpenter nos ofrece espectaculares momentos (la batalla campal en el parque de atracciones, el paseíto surfero con Fonda), aderezados de otros grotescos (la descripción del estado fascistoide, la caracterización del líder del nuevo Sendero Luminoso o el encuentro con el cirujano de Beverly Hills y sus deshechos humanos adictos a la cirugía estética), y coloca a 'Snake' Plissken por encima de la mayoría de héroes de acción de los 90 con algunas de las frases más memorables del cine de consumo reciente: "Cuanto más cambian las cosas, más siguen igual" (parafrasea al Gatopardo un tipo con parche, metralleta y abrigo de cuero, ¡toma ya!) o "Bienvenidos a la raza humana", esta última tras sumir al planeta entero en una nueva edad media al apretar el botoncito del control de marras. A veces para avanzar hay que reconstruir sobre las cenizas, y pelotas para ello no le faltan al buenazo de Plissken.

Vampiros: El mal y su reflejo

Este film está concebido y rodado como si de un western se tratara. Paisajes desérticos, tipos duros, estoicos y malhablados, guardapolvos, tiroteos y peleas alejan Vampiros de las películas de género tradicionales. Además, el propio tratamiento de los vampiros es antitético del usual en Hollywood. Nada de glamour o de romanticismo, de elegantes modales y refinados modos de eliminarlos. Sucios, amenazadores, descansan bajo tierra -literalmente- y no malgastan palabras. Y a la hora de acabar con ellos, todo vale: pistolas, lanzas, estacas, explosivos. Todo ello contribuye a que el film muestre en ocasiones una violencia cruda, descarnada, brutalmente bárbara, sin establecer distinciones morales. Tan violenta resulta la incursión de Crow en el nido, como la posterior venganza de Valek, y ambos emplearán todos los medios a su disposición para acabar con su rival. Caras de una misma moneda, los antagonistas se conocen y se respetan.

instancia del propio mal que ahora tanto empeño pone en erradicar. Demasiada relación entre personajes para una peli de vampiros, ¿no? Pues todas ellas vehiculan la resolución del film, tras unas espléndidamente rodadas escenas que tienen como escenario una antigua cárcel abandonada y una ceremonia profana nocturna que quizá dé el triunfo a Valek. Sin desvelar nada, el enfrentamiento entre Crow y Valek es salvaje, sin concesiones, como aquél que enfrentara en los años 60 a Cristopher Lee y Peter Cushing en Horror of Dracula, y Carpenter, en un sentido homenaje al clásico de la Hammer, no duda en terminarlo de similar manera. Tras él, Montoya y Crow aclaran sus diferencias en una escena dramática, casi sacada de una tragedia griega en el que el destino arrolla sin compasión a sus protagonistas. Daniel Baldwin, impresionante, hace lamentar su escasa prodigalidad en otros trabajos de enjundia, y Woods, que mantiene el excepcional nivel de tipo-duro-con-corazón que le ha acompañado durante toda la película, no se queda atrás. Esta es una escena que habría podido culminar cualquier western de Hawks o de Peckinpah. Y finalmente, el film se cierra con las inmortales palabras de Crow a Adam, una vez salvadas sus diferencias: "Vamos, Padre, tenemos trabajo que hacer". No hay descanso para un cazavampiros...
Al excelente trabajo de todo el reparto, desde el rudo Woods, el estólido Baldwin, la ma
ltrecha Sheryl Lee, el impresionante Ian Griffith, y el adecuadamente frágil Guinee, se suma la excelente fotografía de los áridos y polvorientos escenarios de Nuevo México (desiertos, casonas, pueblos semiabandonados) de Gary B. Kibbe, el vibrante score de Carpenter que emplea ritmos sureños, los efectivos FX de maquillaje de la Kurtzman-Nicotero-Berger que convierten en amenazadores a los vampiros y en aterradoras sus acciones... Alma de western fronterizo para una película "con vampiros" que corrió peor suerte que la funcional Blade o la espantosa Revenant (Vampiros modernos) -acaso la peor película que haya visto en años, y he visto muchas- cuyo protagonista, Casper Van Dien, curiosamente quisieron "colocárselo" a Carpenter para hacer de Crow... Afortunadamente para todos nuestro John fue capaz de hacer valer su criterio y deleitarnos con otro antihéroe cínico y amargado, al que Woods no sólo dio vida, sino también alma, enfrentado a problemas que le superan ampliamente... Para disfrutar la resolución del film, que por una vez en el cine de acción se centra más en la relación existente entre los distintos personajes más que en la acción sin más.Tanta personalidad propia sólo podía llevar este film al lugar que se merece, al de cine de culto apreciado por los connoisseurs de la obra de este gran cineasta. Muy buenas críticas especializadas y escasísimo público. Al francotirador le quedaban ya muy pocas balas en la recamara…

Fantasmas de Marte: Plissken de color + Asalto a la Comisaría del Distrito Marciano

Mucha acción a ritmo de rock duro, adrenalina, tensión, y una historia que no busca sorprender, sino entretener a todo aquel dispuesto a ver un buen western. Carpenter sabe que los "marshals" sitiados por los indios, esperando la diligencia en el pueblo minero abandonado, es un arquetipo transpantable -como casi todos los del western- a cualquier época y situación. Más allá de su adscripción a modo de homenaje a dicho género, el favorito de Carpenter, el protagonista masculino y su adusta actitud nos remiten directamente al modelo antiheroico de 'Snake' Plissken, las relaciones de camaradería forzadas por las circunstancias y la situación recuerdan el planteamiento de Asalto a la comisaría... y por extensión al cine de Hawks. Podría considerarse que esta película es una mezcla de ambas producciones, algo así como Scape from Precinct 13 on Mars. Una curiosidad es que se trata de una de las escasas veces en que la narración carpenteriana se aleja de su canónico desarrollo lineal y asistimos a un larguísimo flashback narrado por la bellísima Henstridge que va contando los acontecimientos conforme eran conocidos y atendiendo siempre a un punto de vista presencial: los hechos son contados siempre por los testigos.
Al margen del plano formal y de las trepidantes escenas de acción (el tiroteo final no da respiro al espectador) una serie de apuntes temáticos resultan más que interesantes: la sociedad matriarcal futura donde los tradicionales roles han sido invertidos, la pervivencia en el tiempo de una sociedad extinta que sólo pervive a través del odio y la rabia que la impulsan, el barbarismo primitivo de esa sociedad marciana que se plasma en sus brutales piercings corporales o en las armas empleadas...

El horror catódico de John Carpenter
Alguien me está mirando (1978) podría considerarse como la versión televisiva y descafeinada de Halloween, pues cuenta el acoso padecido por Lauren Hutton a manos de un extraño que la vigila continuamente y que elude los intentos de la policía por esclarecer el asunto. Un funcional relato rodado para una sesión de estrenos TV cualquiera que cuenta con rostros conocidos del cine carpenteriano (Barbeau, Cyphers) y que pese a estar rodado con oficio poco aporta al género.
Body Bags (1993) surge como homenaje a los comics de la EC de los años 50 (la misma inspiración de la que naciera Creepshow) y a las historias de terror con retruécano final chusco. Partiendo de unos segmentos presentados por él mismo que enlazan las diferentes historias (dos suyas y otra de Hooper), y que cuentan con la colaboración de Tom Arnold y Tobe Hooper como trabajadores de la Morgue, las historias firmadas por Carpenter son poco menos que cortos alargados. En La gasolinera una joven (Alex Datcher) sufre el acecho de un peligroso psicópata (Robert Carradine) que ya ha acabado con varios clientes y empleados antes de su llegada. Lo mejor del segmento es la aparición de compinches como Wes Craven, Sam Raimi o David Naughton. La segunda historia es aún más decepcionante.

Pero de los errores se aprende, y visto el cariz tomado por su carrera en los últimos años -o sea, cero patatero- John Carpenter decide aprovechar la oportunidad que le brinda la serie Masters of Horror -serie antológica de terror en la que cada capítulo es dirigido por un maestro reconocido en el género, lo que ha permitido recuperar a gente como Joe Dante, Tobe Hooper o Don Coscarelli- y en lugar de rodar un divertimento intrascendente o una trillada vuelta de tuerca acerca de asesinos o monstruos, firma con Cigarette Burns el que bien podríamos considerar su testamento cinematográfico en terminos cualitativos y temáticos. El propietario de un cine de arte y ensayo, Kirby Sweetman, ve como su vida se va al garete tras el suicidio de su novia y la exigencia por parte de su suegro de que le devuelva el préstamo de 200.000 dólares que le permitió abrir el por otra parte ruinoso negocio. La oferta del millonario Bellinger para que encuentre una película perdida tras su catastrófico estreno -que acabó con cuatro muertos, decenas de personas enloquecidas y el cine quemado hasta los cimientos-, La fin absolue du mon, será el clavo ardiendo al que Kirby se agarrará para salir del pozo. Las escasas pistas sobre el film y su director hacen pensar en un cineasta maldito en el más amplio sentido del término. Un crítico que vió la película a costa de perder la razón, un grupo de gente que conserva unos fotogramas y que inspirados por ellos han elevado el asesinato filmado a la categoría del arte, una entrevista grabada en audio al propio director de la apocalíptica cinta van conduciendo a Kirby hacia un camino sin retorno hacia la locura y quizá la muerte, un camino en que sus propios demonios (el remordimiento por la muerte de su esposa) se mezclan con los de Bellinger (que mantiene encadenado en su sótano a uno de los actores de la película perdida) y con los que habitan la cinta maldita, unos demonios que escapan cada vez que La fin absolue du mon es proyectada para enloquecer a los espectadores. Con un ambiente opresivo el relato avanza de forma inexorable conduciendo a su protagonista -y al espectador- a un final desesperanzado y lúgubre en el que la pena, la resignación, los remordimientos y la locura se apoderan de unos personajes abocados a la desesperación.

Un año después llegaría, dentro de la misma serie antológica en su segunda temporada, el capítulo Pro-Life, que aún no he tenido la oportunidad de ver. La trama gira en torno a un padre intentando rescatar a su hija atrapada en una clínica abortista, donde al parecer pretender interrumpir el embarazo de la joven ante la posibilidad de que la criatura no sea de este mundo.
A la espera de poder resolver esa laguna, un servidor no puede más que lamentarse ante la continua sucesión de remakes realizados sobre películas de John Carpenter y ante la poca seriedad de los rumores que le colocan al frente de proyectos que van de lo seguramente fallido -Psychopath, prevista para 2008- a lo previsiblemente lamentable y alimenticio, como sería realizar un monster smash de la calaña de Freddy versus Jason versus Michael Myers. Pero todo queda tan congelado como McReady en las estepas Antárticas.



30 comentarios:
Joder que tocho!!!
Menos mal que ya me lo habia leido :P
Sencillamente impresionante, me quedo sin duda con Starman, las de Plissken y Golpe en la Pequeña CHina
Excelente articulo, si señor. Muy completo y currado. Se nota la pasión que sientes por Carpenter.
Adri, en verdad que fuiste de los primeros en leer el tocho-serial, participando animadamente incluso en los debates sobre Vampiros o Fantasmas de Marte... ¡Esperemos no reanimar viejos fuegos!
Yota, yo estoy enamorado del cine de este hombre, y solo Memorias de un hombre invisible me decepcionó. El resto de su filmografía me encanta, y La cosa es una peli que no me canso de ver y de sufrir una y otra vez. ¡Menudos storyboards que tenía el amigo Carpenter para guiarse! ;D
Jon, muchas gracias. Es lo bueno de tener el material colgado, que te permite revisiones, correcciones, recopilaciones y hasta actualizaciones, jejeje.
Se espera un posteo avilesino como agua de mayo.
Lo habrá, Pablo, lo habrá... ¡pero aún me estoy recuperando! Parezco un zombi agarrado a un teclado ;D
Lo habrá, Pablo, lo habrá... ¡pero aún me estoy recuperando! Parezco un zombi agarrado a un teclado ;D
Prácticamente habeis respondido igual tanto Raúl como tu. Pero nada, que sepais que desde el sur sigue la presión. :-D
Escape de L.A me parece de lo mejor, un personaje frio, de pocas palabras, y duro como Snake Plissken y el terrorista Cuervo "el che" Jones (clon del Che Guevara), mucho mejor que el negro ese que hace de malo en la uno.
Hola :D
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Vuelvo a la carga!!, tenía miedo de que no comentaras la participación que tuvo en Masters of Horror, pero he visto que no, y una gran sonrisa he dejado escapar.
Yo me quedo, con Golpe en la Pequeña China (mi madre y yo la habremos visto un montonazo de veces, es de nuestras preferidas), The Thing, Rescate en Nueva York, y en cierta medida todas tienen su encanto.
La verdad, es que es ya muy difícil ver este tipo de pelis, en los tiempos que corren ... TT, una auténtica lástima, pero bueno, tengo esperanzas puestas en pelis algo más rarillas, como Iron Sky ... XDDD (vale, no se puede comparar, pero es un puntazo ... y además, sale uno de los actores de Cigarette Burns :P).
Me encanta que estas entradas sigan vivas tantos años después de haberlas publicado, y más aún las dedicadas al Maestro. La verdad es que mis favoritas son La cosa, las dos de Plissken, Vampiros, Golpe... Demonios, casi media filmografía... The Ward fue una relativa decepción, y es que ver a Carpenter a medio gas haciendo un trabajo de encargo da cierta pena. Como dices, Iron Sky es el proyecto que los aficionados al cine de serie B con poco vergüenza y ganas de divertir al cinéfago llevábamos esperando algunos años. A ver cómo termina la cosa :D ¡Un saludo!
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